Dos o tres vías y la contradicción de la competición
En los concursos, a menudo el aspecto técnico prima sobre el musical, de manera que un vehículo puede sonar peor tímbricamente que otro pero ser mejor en el aspecto técnico y en consecuencia tener una puntuación superior
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A nivel teórico, en un sistema de sonido lo ideal siempre es tener un solo punto de emisión, como por ejemplo un altavoz fullrange o coaxial, con ello se minimizan los problemas de fase, de dispersión lobular, etc; pero en un automóvil es altamente complicado dadas las ubicaciones imposibles que debemos sufrir: altavoz de graves situado demasiado abajo en las puertas, medios y agudos en las partes altas del vehículo, etc.
Para coches de concurso, en la mayoría de los casos utilizar un tres vías es lo más acertado porque, a diferencia de los altavoces de dos vías, son sistemas capaces de reproducir música de forma más natural y técnicamente mejor
Al configurar un sistema de alta gama o de competición siempre necesitamos reproducir la mayor cantidad de frecuencias graves en la zona superior, por lo que siempre buscaremos un driver de medios que sea capaz de bajar por debajo de los 200hz de forma más o menos natural. Si no llegamos a los 120hz o 150hz tendremos difícil crear un escenario lo suficientemente alto y al que no se le caigan los extremos. Si el medio trabaja bien, tendremos más fácil elevar el grave de las puertas.
Entonces tenemos claro que necesitamos un medio en la parte superior, con su respectivo recinto por supuesto, y... ¿ahora que pasa con los agudos? Si nos basamos en el primer comentario, en muchos de los casos los medios utilizados -pese a ser diseñados como altavoz fullrange-, hacen que la reproducción de las frecuencias más altas se ve algo penalizada por algo tan sencillo como el compuesto del cono y el diámetro del propio altavoz: cuanto mayor es, más difícil es reproducir este tipo de frecuencias.
En los concursos, las frecuencias altas tienden a ser en demasiados casos atenuadas para evitar desplazamientos no deseados de determinados instrumentos por el escenario, la famosa campanilla por ejemplo. En estos casos claramente se intuye que predomina el aspecto técnico sobre el musical, de manera que un vehículo puede sonar peor timbricamente que otro pero ser mejor en el aspecto técnico y en consecuencia tener una puntuación superior. Estamos de acuerdo que en el ámbito de la competición es necesario tener una manera de evaluar y cuantificar, pero de ahí a tener por dogma dichos parámetros hay una gran diferencia. Quizás se nos olvidan cosas como la importancia de la musicalidad, y sobre todo la naturalidad con la que fluye la música en un sistema frente a otro técnicamente superior pero híper procesado. Reflexiones existenciales aparte, y volviendo al tema original, en la mayoría de los casos utilizar un sistema de tres vías es un acierto. Nos costará más de ajustar por qué es más complejo y además la posición de sus componentes condiciona mucho el resultado, pero si seguimos unas pautas básicas tendremos un sistema capaz de reproducir música de forma más natural y coherente además de técnicamente mejor.
A nivel teórico, en un sistema de sonido lo ideal siempre es tener un solo punto de emisión, como por ejemplo un altavoz fullrange o coaxial, con ello se minimizan los problemas de fase, de dispersión lobular, etc; pero en un automóvil es altamente complicado dadas las ubicaciones imposibles que debemos sufrir: altavoz de graves situado demasiado abajo en las puertas, medios y agudos en las partes altas del vehículo, etc.
Para coches de concurso, en la mayoría de los casos utilizar un tres vías es lo más acertado porque, a diferencia de los altavoces de dos vías, son sistemas capaces de reproducir música de forma más natural y técnicamente mejor
Al configurar un sistema de alta gama o de competición siempre necesitamos reproducir la mayor cantidad de frecuencias graves en la zona superior, por lo que siempre buscaremos un driver de medios que sea capaz de bajar por debajo de los 200hz de forma más o menos natural. Si no llegamos a los 120hz o 150hz tendremos difícil crear un escenario lo suficientemente alto y al que no se le caigan los extremos. Si el medio trabaja bien, tendremos más fácil elevar el grave de las puertas.
Entonces tenemos claro que necesitamos un medio en la parte superior, con su respectivo recinto por supuesto, y... ¿ahora que pasa con los agudos? Si nos basamos en el primer comentario, en muchos de los casos los medios utilizados -pese a ser diseñados como altavoz fullrange-, hacen que la reproducción de las frecuencias más altas se ve algo penalizada por algo tan sencillo como el compuesto del cono y el diámetro del propio altavoz: cuanto mayor es, más difícil es reproducir este tipo de frecuencias.
En los concursos, las frecuencias altas tienden a ser en demasiados casos atenuadas para evitar desplazamientos no deseados de determinados instrumentos por el escenario, la famosa campanilla por ejemplo. En estos casos claramente se intuye que predomina el aspecto técnico sobre el musical, de manera que un vehículo puede sonar peor timbricamente que otro pero ser mejor en el aspecto técnico y en consecuencia tener una puntuación superior. Estamos de acuerdo que en el ámbito de la competición es necesario tener una manera de evaluar y cuantificar, pero de ahí a tener por dogma dichos parámetros hay una gran diferencia. Quizás se nos olvidan cosas como la importancia de la musicalidad, y sobre todo la naturalidad con la que fluye la música en un sistema frente a otro técnicamente superior pero híper procesado. Reflexiones existenciales aparte, y volviendo al tema original, en la mayoría de los casos utilizar un sistema de tres vías es un acierto. Nos costará más de ajustar por qué es más complejo y además la posición de sus componentes condiciona mucho el resultado, pero si seguimos unas pautas básicas tendremos un sistema capaz de reproducir música de forma más natural y coherente además de técnicamente mejor.
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