¿Por qué demonizamos la amplificación clase D?
¿Es realmente la amplificación en clase D tan mala? ¿Por qué en algunos círculos se desprecia esta topología de amplificación? ¿Realmente suena tan mal?
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En realidad este tipo de amplificadores tiene posibilidades muy altas y beneficios demostrados como el menor consumo y una “inmediatez” en su respuesta en muchos de sus diseños, pero por contra se les tilda de frías en su sonido.
Primero hay que reconocer la ordenación de calidades teniendo en lo más alto del escalafón a la clase A (ofrece un gran sonido pero muy ineficiente a nivel de consumo), seguida muy de cerca -cada vez más- por la estandarizada clase AB, mucho más compensada entre consumos, rendimiento y calidad. Y al final de la lista encontramos las clase D, H, G, X, y todas las realizaciones, mal llamadas digitales, que están basadas por lo general en fuentes de alimentación conmutada. La diferencia de calidad de sonido entre ellas es algo indiscutible (ojo que también hay mucha amplificación en clase AB que suena a rayos), pero intentamos comparar productos de diferente nivel.
El producto para automóvil en clase D llena todas las gamas bajas de los catálogos. No hay diseños en alta calidad con esta tecnología, al contrario de lo que, por ejemplo, podemos ver en realizaciones de marcas de HiFi doméstica tan consagradas como Marantz, Rotel, incluso Mcintosh o D’agostino, que utilizan clase D en bastantes de sus realizaciones de altísima calidad, incluso de precios estratosféricos. Pero en el mundo del automóvil esa topología llena los catálogos de las gamas bajas de todos los fabricantes o se han relegado a aplicaciones para subwoofer, y aunque no nombraremos marcas para evitar susceptibilidades innecesarias, toda la practicidad que tienen estos amplificadores de tamaño pequeño (con versiones de hasta 12 canales, que caben en cualquier sitio, que son súper eficientes, que tecnológicamente están tan avanzados, incluso incorporan procesadores DSP, etc), puede que en algunos casos tampoco compense la pérdida de calidad de sonido respecto a sus hermanas superiores, además de que algunas de ellas alcanzan precios ya bastante elevados.
Resumiendo, no hay que generalizar, no es que toda la clase D suene mal, es que desgraciadamente la mayoría de producto que tenemos disponible de este tipo de amplificación es de peor calidad.
En realidad este tipo de amplificadores tiene posibilidades muy altas y beneficios demostrados como el menor consumo y una “inmediatez” en su respuesta en muchos de sus diseños, pero por contra se les tilda de frías en su sonido.
Primero hay que reconocer la ordenación de calidades teniendo en lo más alto del escalafón a la clase A (ofrece un gran sonido pero muy ineficiente a nivel de consumo), seguida muy de cerca -cada vez más- por la estandarizada clase AB, mucho más compensada entre consumos, rendimiento y calidad. Y al final de la lista encontramos las clase D, H, G, X, y todas las realizaciones, mal llamadas digitales, que están basadas por lo general en fuentes de alimentación conmutada. La diferencia de calidad de sonido entre ellas es algo indiscutible (ojo que también hay mucha amplificación en clase AB que suena a rayos), pero intentamos comparar productos de diferente nivel.
El producto para automóvil en clase D llena todas las gamas bajas de los catálogos. No hay diseños en alta calidad con esta tecnología, al contrario de lo que, por ejemplo, podemos ver en realizaciones de marcas de HiFi doméstica tan consagradas como Marantz, Rotel, incluso Mcintosh o D’agostino, que utilizan clase D en bastantes de sus realizaciones de altísima calidad, incluso de precios estratosféricos. Pero en el mundo del automóvil esa topología llena los catálogos de las gamas bajas de todos los fabricantes o se han relegado a aplicaciones para subwoofer, y aunque no nombraremos marcas para evitar susceptibilidades innecesarias, toda la practicidad que tienen estos amplificadores de tamaño pequeño (con versiones de hasta 12 canales, que caben en cualquier sitio, que son súper eficientes, que tecnológicamente están tan avanzados, incluso incorporan procesadores DSP, etc), puede que en algunos casos tampoco compense la pérdida de calidad de sonido respecto a sus hermanas superiores, además de que algunas de ellas alcanzan precios ya bastante elevados.
Resumiendo, no hay que generalizar, no es que toda la clase D suene mal, es que desgraciadamente la mayoría de producto que tenemos disponible de este tipo de amplificación es de peor calidad.
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